sábado, 24 de septiembre de 2011

Conquista de "Peña Cebollera Vieja" by Mar


Ya que yo no me decido a escribir, alegando que estoy "muy liado" y que no tengo tiempo para nada, lo tiene que hacer Mar por mi. La crónica es suya y, por lo tanto, todo el mérito de la narración:

El sábado 17 de Septiembre estaba programada la subida a Peña Cebollera Vieja: 2.129 metros de altura; ruta circular; dificultad media-alta. A la ruta convocada por el Jefe de la Expedición, Franelo, se unieron Jaime, Alvaro, Mar y la perrita Raspa. A las 8:45 horas dejamos los coches junto al Bar El Puerto (Somosierra). El inicio de la ruta, junto a la gasolinera, produjo una seria duda en el Jefe de Expedición quien, GPS en mano, no lograba tener clara la dirección a seguir. Más tarde nos dimos cuenta que son varias las rutas que llevan a la cima, pero lo que los demás no sabíamos era lo que llevaba en mente Franelo. Fran decidió tirar por la carretera de asfalto, a la izquierda; Jaime, con voz pausada, demasiado pausada, comentaba que la noche anterior vio por internet el inicio de ruta y sin duda era por la cancela de piedra que se situaba a la derecha y que dejábamos atrás. Franelo insistió que no era ese el inicio de ruta y mirando, ora el GPS ora la carretera, siguió bajando por el asfalto. Álvaro apoyó el comentario de Jaime, pues por lo visto también lo había visto en internet; pero Fran, tozudo él, nos dirigió, inexorablemente, por la ruta marcada en su mente la noche anterior. Jaime insistió, bajito, como él habla, mientras Mar meneaba la cabeza pensando en el fastidio que sería desandar lo andado. Pobres de nosotros… el Plan de Fran empezaba a omar forma cuando logró llegar a lo que él consideraba el inicio de la Ruta: después de 500 metros de bajada sobre asfalto, a nuestra derecha apareció el camino. Tuvimos nuestras dudas, pero aquí se nos disiparon: Fran tenía concebida “otra ruta”, y esa ruta comenzaba aquí y, lo que era peor, no era una ruta “clásica”. Iniciamos un ascenso infernal, con desniveles de 45º (pareciera más, a veces). Dejábamos a los lados los caminos al uso y tomábamos cortafuegos. Álvaro y Fran impusieron pronto un ritmo fuerte que solo podía seguir Raspa. Jaime y Mar, a corta distancia, los seguían con fuerte y ahogada respiración. ¿Por qué por aquí? - gritaba Mar a Fran, mirando con pena el camino de ascenso que se despreciaba a su derecha. Fran paró, alzó la mirada del GPS y desde su posición nos confesó lo inconfensable: quería tantear nuestra forma física al inicio de temporada, para saber desde dónde partíamos. Mientras proseguía el ascenso y asimilaban sus palabras, Mar y Jaime recorrían con la mirada la inmensidad del Valle que se perdía en la lejanía, sobrevolado por dos solitarios buitres. Los 100 últimos metros se hicieron interminables y extremadamente fatigosos, sin duda por el ritmo impuesto. En una hora y 50 minutos logramos alcanzar cima. Una cima fría y desolada que ofrece, sin embargo, una vista espectacular. Desde la cumbre Álvaro señalaba: Peñalara y el Pico de la Miel, al frente; el Pico del Lobo, a nuestra espalda. Allí, en un monolito de piedra, reza una poesía de A. Murciano dedicada al guardabosque, que intentamos memorizar: “Veo un hombre que huella con su planta los cien caminos rojos del estío, que arde de sed y sueña que es un río un muro ante el dolor que se agiganta.” Después del breve refrigerio iniciamos el descenso. No sé por qué pensamos que la bajada iba a ser diferente, quizá porque durante unos metros íbamos por el camino marcado. Falsa ilusión, Franelo abandonó tal bondad despreciando el camino y arrojándose por arbustos y maleza. Le seguíamos a duras penas. Solo Álvaro llevaba pantalones largos, los demás sufríamos, inmisericorde, los roces de los arbustos cada vez más altos y espesos. Hacia la mitad del “cascaporro” tuvimos que meter a la pequeña Raspa en un macuto, so pena de perderla entre malezas, piedras y agujeros. Varias veces perdimos pie y dimos con los huesos en el suelo, entre zarzas. Este trozo de bajada nos castigó las rodillas sin piedad. Cuando logramos alcanzar el camino, todos contábamos, excepto Álvaro, las heridas y arañazos que llevábamos en nuestras piernas. El regreso al punto de partida: por la puerta de cancela, junto a la gasolinera; la que señalaba Jaime para el inicio de la ruta. Al final, reto conseguido: Peña Cebollera Vieja conquistada: 5 horas de ruta, 18 kms. Andados, 2.129 metros de altura y dificultad media-alta.

2 comentarios:

superop dijo...

¡Hooombreee, por fin hay actualizacióoonnn!

Gracias, Mar, por ser la artífice en el fondo de tan magno evento... Aver si Franelo se anima y mueve esto un poco...

Por lo demás, Mar, qué quieres que te diga... Los tiempos cambian, pero lo que ahora hace este tiparraco con el GPS, antes lo hacía con los mapas de IGN... Es decir, no hacer caso o tomar la teoría de la tierra plana (la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, sin contar que sea cuesta arriba o cuesta abajo, claro....) ;-)

Franloksli dijo...

¡Javalín, amigo mío: pero tú de qué parte estás...! No me lo digas, snif, lo comprendo. De parte siempre de dos tetas... Es natural. Yo también te quiero.
Un abrazo y a la Esthertores, también